Las víctimas del conflicto reclaman sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación, lo que ha obligado a que el Estado vaya desarrollando una serie de herramientas jurídicas y administrativas que permitan que las victimas gocen efectivamente de esos derechos.
Se han promulgado leyes y decretos en esta materia y hasta los acuerdos con las Farc incluyen elementos fundamentales para satisfacer esas carencias y realmente reparar integralmente a las víctimas.
En este sentido es necesario repetir hasta la saciedad que se debe romper esa tradición de la historia donde las víctimas de los diferentes conflictos son siempre los que sufren, como sucedió en las guerras civiles del siglo XIX o en la llamada violencia política de los años 50 del siglo XX, y son los olvidados y afectados por la violencia.
Se podría decir que este país se ha formado por las oleadas de victimas que desde el siglo XIX han ido ampliando la frontera interna del país, colonizando el territorio nacional huyendo del conflicto armado y sin ningún apoyo del Estado.
Como resultado del proceso de paz con las Farc se han creado instrumentos nuevos en ese compromiso del Estado con las víctimas, la Justicia Especial para la Paz y la Comisión de la Verdad.
Es claro que no existen herramientas perfectas, no lo han sido la Ley de Justicia y Paz ni tampoco la Ley de Victimas, pero son elementos que pueden dar resultados en el proceso de garantizar el derecho a la verdad y la justicia de las víctimas.
En un país donde se ha hecho tradición que los más afectados por la violencia sean ignorados y sus derechos permanentemente vulnerados, que se construyan instrumentos para su beneficio no solo es una novedad sino también un verdadero cambio.
No hay que olvidar que no se puede superar más de 50 años de conflicto sin avanzar en el proceso de reconciliación que debe partir de conocer toda la verdad, sin excepciones ni limites, que fundamente nuevas relaciones sociales basadas en la confianza de conocer los hechos, los responsables y sus motivaciones, algo que es fundamental para la convivencia social y una reivindicación esencial para las víctimas.
La verdad es siempre la más golpeada en una guerra, y si se quiere cerrar el círculo interminable de conflictos en el país es necesario conocer la verdad, la sociedad requiere conocer lo que paso a fondo y sin restricciones, como garantía de no repetición y como mecanismo de reconstrucción de la confianza ciudadana fundamental para vida social.
Hay que apostarle a la verdad, como eje fundamental de fortalecimiento del Estado y la democracia, como garantía de derechos de las víctimas y como elemento básico para la reconciliación nacional.
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