Se están tirando la paz. Así, en castellano. Sin hipocresía. Se están tirando la paz.
Primero, Uribe y Duque vienen construyendo un tejido de falacias y de odios que fueron conduciendo a buena parte de la población a la nostalgia de la guerra.
La Corte Constitucional le abrió la puerta al Congreso para traicionar y entorpecer el Acuerdo.
Al Centro Democrático se unió en esa tarea Cambio Radical, con el auspicio de las vacilaciones del doctor Vargas.
Las FARC tampoco han dado el paso de mostrar empatía suficiente con los colombianos.
Y al Gobierno le ha quedado grande la implementación.
Este es un llamado de contenido nacional. Como vamos, vamos a la guerra con los ojos cerrados.
Las informaciones del Wall Street Journal sobre posibles nuevas acusaciones de narcotráfico, exigen una reflexión serena basada en el interés nacional.
Cuando se conoció el caso de Santrich dije que, si era culpable, debía afrontar su pretendida violación del Acuerdo, incluso con la extradición.
Pensé que era algo aislado. Pero ante la versión de ese periódico, surgen serias inquietudes. Reafirmo que no puede haber impunidad para los miembros de las FARC, cualquiera sea su rango. Pero dados los intereses de seguridad nacional, creo que es la justicia colombiana la que debe examinar a fondo las pruebas.
El análisis formal propio de la extradición no es lo que conviene. Los colombianos necesitamos conocer, evaluar y juzgar a fondo las acusaciones. Y si son culpables, deben brindar verdad aquí y ser castigados aquí por sus delitos y porque de ser ciertos los hechos, han traicionado a Colombia.
Sus víctimas tienen derecho a conocer la verdad, que no queden a la deriva como ocurrió con las víctimas de los paramilitares extraditados.
Este es un tema que va más allá de mi campaña electoral. Quiero ser presidente para reencontrar el rumbo de la paz. Pero en este momento, es más importante que los colombianos tomen conciencia del desastre que se avecina.
Me dicen que esta declaración afectará mi campaña.
No importa. Pido a la Colombia que más ha sufrido que se movilice. Y a la Colombia urbana indiferente, que tome conciencia del freno que implica la guerra para el futuro de este país como comunidad solidaria.
El Acuerdo se construyó pensando en las más de 8 millones de víctimas que ha dejado este conflicto.
Hoy hay quienes se están tirando la paz y están desconociendo los millones de colombianos desplazados, los millones de familias destruidas, el dolor de las viudas y el sufrimiento de las madres que le han entregado sus hijos a la guerra. Madres de soldados y madres de guerrilleros.
Hoy las voces de las víctimas no son importantes para el doctor Uribe y el Dr. Duque.
Invito, particularmente, al doctor Duque a que deje atrás cualquier afán electoral y piense realmente en Colombia; lo invito a que vaya y le ponga la cara a Bojayá, al Salado, a la Chinita y a Montes de María, y les diga, frente a frente a cada una de las víctimas, como es que piensa hacer trizas el Acuerdo.
El papa Francisco el día de hoy señaló en su Twitter: “¿Queremos verdaderamente la paz? Entonces prohibamos las armas para no tener que vivir con el miedo a la Guerra”.
Hoy hago este llamado. Vamos para el abismo de la guerra si no corregimos a tiempo. ¡Que no se tiren la paz!
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