Por: Jaime Calderón Herrera
Uno de nuestros problemas es el parroquialismo con el que hacemos los análisis de las grandes dificultades que aquejan a nuestra sociedad, y luego sacamos conclusiones que no resuelven nada.
Nos cuesta entender la intersectorialidad y las dependencias derivadas de la globalización.
Al menos en occidente, varios aspectos comunes preocupan a los sistemas de salud, independiente de si son públicos como el del Reino Unido o privados como el de Estados Unidos o públicos operados con participación privada como el colombiano.
El envejecimiento de la población con el aumento de la carga de la enfermedad crónica, la presión al gasto con la aparición diaria de nuevas tecnologías de alto costo, el aumento de las expectativas de la población como consecuencia necesaria y justa del crecimiento de los derechos exigibles, realidades incontrovertibles que estresan los sistemas de salud y que requieren respuestas ingeniosas, inteligentes y viables, a sabiendas de que muchas soluciones están por fuera del sector de la salud.
El gasto mundial en salud viene creciendo al 2.4%, en tanto el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial crece al 1%. Los datos en salud crecen anualmente al 48%.
Al menos en USA, la productividad del sector manufacturero es del 3.9% mientras que la productividad en salud es de un muy modesto 0.5%. En otras áreas los precios bajan, mientras en salud suben.
En el país más poderoso del mundo en el 2016 murieron 210.000 enfermos por causas asociadas a daños prevenibles en sus hospitales, lo que equivale a dos accidentes diarios mortales de dos aviones con 287 pasajeros cada uno, lo que hace evidente un problema grave de calidad en la atención.
En Europa los médicos como el resto de la población se envejecieron y uno de cada tres supera la edad de 55 años. Los jóvenes no se sienten estimulados para emprender una profesión mal remunerada, y lo que es peor, muchas veces vilipendiada no obstante la dedicación y el esfuerzo económico, familiar y sicológico consustancial a su formación y ejercicio.
Nos urge innovar en modelos de prestación, en calidad, en conexión de la información y en cambios que respondan a las necesidades de la población y no a las del sistema.
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