Por: Hernando Flórez Anaya.
He asistido en los últimos tiempos a la triste partida de amigos cercanos y de otras personas apreciadas y tal vez lo más doloroso es ver lo que la raza humana saca en estos casos, algunos, no todos, hacen de este momento una extensión de la violencia que los consume interiormente.
No importa que tan cerca sea o no el fallecido, los desatinos son realmente de locura, el irrespeto y la grosería son burda e insultantes
La muerte es una consecuencia propia de la vida, sin explicaciones, es una transformación hacia lo que cada uno quiera creer que representa, una circunstancia más, un simple trascender si se pudiese decir
Otra cosa es el dolor que produce en los que nos quedamos en este mundo, un duelo que hay que resolver, pero sobre todo que hay que respetar en toda la grandeza de la palabra.
Nada es más cierto de que sólo muere el que es olvidado, entonces solo el tiempo y los recuerdos que se atesoran dejan perennes a los que se fueron.
Es importante por lo tanto desarmar los corazones, la vida es un soplo y trasladar el rencor, el odio y los miedos con los que las últimas generaciones hemos vivido como sociedad fracturada no contribuye a encontrar la reconciliación y La Paz tan anhelada
Se nos hace extraño que todos los días no haya atentados, que eso se esté convirtiendo en un mal recuerdo del pasado indica que es posible terminar con la barbarie de la guerra, al parecer lo que será más difícil será desarmar los corazones llenos de violencia, rencor y venganza que se han acumulado y enraizado en nuestro país.
No se sabe que da más desconsuelo, las demostraciones de afecto y dolor de los que ven partir a sus seres queridos o los gestos de intolerancia y de insensatez inoportuna por así llamarlos benévolamente de quienes asumen que cualquier manifestación noble del alma no es más que una afrenta a su constante forma guerrera de ver la vida
Un triste espectáculo para las nuevas generaciones, no estamos a la altura del momento histórico de cambio que nos está generando dejar 5 décadas de guerra inútil.
Mucho perdón y tolerancia necesitamos para dar el salto cualitativo de salir de esta encrucijada a la que hemos llegado por tolerar la violencia como forma de resolver las diferencias, eso entre otras cosas es lo que nos estamos jugando para las próximas generaciones.
Y es eso, precisamente, lo que debemos cambiar si queremos tener futuro como país.
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HERNANDO FLÓREZ ANAYA es un habitual columnista de BARRANCABERMEJA VIRTUAL. Puede ser contactdo en el correo electrónico: [email protected]