Por: Jorge Gomez P.
En días recientes fui invitado por un grupo de estudiantes de Comunicación de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) a hablar sobre el posconflicto, y hoy quiero recoger parte de las reflexiones que allí hice.
Las Farc fueron derrotadas desde que el establecimiento logró sentarlas a negociar la paz —pues su objetivo había sido siempre la toma del poder por la vía armada—, pero la extrema derecha ansiosa de continuar la guerra las sigue tratando como si todavía estuvieran combatiendo.
La prueba reina la dio el senador uribista Daniel Cabrales cuando las acusó de ser las responsables de la tragedia en Mocoa. Según Cabrales usaron “dinamita explosiva”, o sea explosivos que explotan. Es la dialéctica del agua mojada, que permite apreciar la erudición que acompaña a tan docta bancada. (Ver noticia).
No nos llamemos a engaños, después de haber superado el conflicto armado con las Farc nos ha surgido un nuevo conflicto, el de las plañideras agrupadas en torno a Álvaro Uribe y el neopaisa Alejandro Ordóñez, máximos representantes de la caverna empeñados en atravesarse como vacas muertas en la rueda de la reconciliación, por dos razones básicas: porque la paz los aniquila (se quedan sin enemigo para asustar a la concurrencia) y porque deben impedir a toda costa que comience a operar el tribunal de justicia contemplado en la Jurisdicción Especial de Paz (JEP), cuya implementación haría que se conozcan las escabrosas verdades de la guerra que aún permanecen ocultas.
De ningún modo puede pasar desapercibida la presencia en la marcha ‘contra la corrupción’ de alias Popeye, pues es reflejo del talante de las fuerzas que hoy se oponen a que se consoliden los acuerdos con las Farc. Popeye, lugarteniente del más grande asesino que ha habido en la historia de Colombia, fue recibido como héroe por el exvicepresidente Francisco Santos, quien afirmó que “tiene derecho a marchar porque ya pagó su deuda con la sociedad”, y aquel ni corto ni perezoso aprovechó el ser tratado como uno más entre los suyos para pedir “que el presidente de la República renuncie, porque es una rata”. (Ver noticia).
Una sanguijuela como Popeye acusando al presidente de ser una rata, hágame el favor… Es lo mismo que si en vida Pablo Escobar hubiera acusado al entonces presidente César Gaviria de ser un asesino, y es cuando uno se pregunta si tanta vitrina a tan redomado sicario será indicativo de que lo están capacitando para incluirlo en la próxima lista del Centro Democrático al Senado. Sea como fuere, esto es patética evidencia de que estamos tratando con ratas.
Hablando de roedores, tampoco se puede desconocer que, a falta de sensatez y coherencia política, las fuerzas enemigas de la paz se han visto obligadas a recurrir a los sectores más ignorantes, incultos y maleables de la población. Hablo de lo que el mismo Alejandro Ordóñez definió como “la fuerza del voto religioso”, gente a la que se le puede movilizar con solo asustarlos diciéndoles que la familia está en peligro porque a los niños los quieren poner a leer cartillas que los vuelven homosexuales, y que la patria también está en peligro porque Santos resultó ser un marxista leninista que ‘autoengañó’ al candoroso Álvaro Uribe, y que así como vamos Colombia terminará convertida en otra Venezuela.
A continuación, los pondrán a rezar para que Dios se apiade de nuestra maltratada nación y restaure la moral perdida, y la recua de idiotas útiles quedará suficientemente ‘emberracada’ para votar por el que su pastor —evangélico o cristiano— les señale, no sin antes haberles recordado la sagrada obligación del divino diezmo.
El asunto de todos modos no se presta a chistes, porque llegado el caso pueden convertir a esas masas adocenadas en beligerante fuerza de choque, amoldable a sus propósitos desestabilizadores.
Pero si por los lados de la extrema derecha llueve, por los de la extrema izquierda no escampa. Sumado al reciente bombazo que perpetró el ELN cerca a la plaza de toros de Bogotá con saldo de un patrullero muerto y decenas de heridos, ahora han salido con un comunicado en el que señalan a la emisora araucana La Voz del Cinaruco de ser un medio “funcional” a los militares, a la vez que califican al portal La Silla Vacía como parte de “una matriz mediática difamadora (…) que llama a golpear al movimiento social para debilitar a la guerrilla”. Como dije en columna anterior, lo que hace el ELN en su insensatez es darle abundante munición a los enemigos de la paz, esa misma a la que los elenos están mostrando tan poca voluntad de acogerse.
Así las cosas, mientras la derecha anda muy juiciosa en la tarea de sembrar desesperación para luego aparecer como los salvadores del despiporre, a las fuerzas de centro e izquierda les conviene actuar con cabeza fría en busca de conformar la más amplia de todas las coaliciones posibles, como único recurso para enfrentar a tan poderosos enemigos.
O como dijera Luis Carlos Jacobsen en Facebook: “Nosotros acá jodiendo y ellos organizaditos en redes hace dos años, con cristianos enlazados en WhatsApp como profesionales. Sigan así y veremos cómo se llevan el proceso de paz en nuestras narices…”.
DE REMATE: Si el candidato uribista pierde la elección presidencial en 2018 habrá un nuevo conflicto armado, solo que ahora con fuerzas neofascistas. En últimas, ya tienen su propia guerrilla. Y si ganan, preparémonos para el regreso de la guerrilla al monte. La caverna habrá logrado su objetivo.