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Lección de unas elecciones

calderonPor: Jaime Calderón Herrera

Por cuenta de años de propaganda  y de descredito,  como parte de la estrategia  implementada durante el gobierno Uribe, opinamos emocionalmente sobre Chávez; pocos le conceden virtud alguna y menos a su gobierno. Somos los mejores en ver la paja en ojo ajeno y no ver la viga en el propio.

Despotricamos del sistema electoral  y  de la democracia venezolanas, pero alcahueteamos y promovemos la podredumbre en todas nuestras instituciones.

Para nosotros son válidas y normales   unas elecciones en Colombia sustentadas en la compra de votos, en el ejercicio descarado del poder, en los subsidios de familias en acción, en la coerción armada, en el chantaje, en el fraude, en el caciquismo y demás prácticas corruptas, pero algunos de los mismos elementos, tal vez en menor proporción, se nos antojan intolerables para las elecciones venezolanas.

Para los colombianos la democracia está bien, siempre y cuando la mayoría no decida cambiar el sistema político y económico.

Fuimos capaces de tolerar el asesinato de cuatro candidatos presidenciales en un mismo proceso electoral, y no nos avergonzamos de ser una de las naciones más inequitativas del planeta, como bien lo ha reconocido el gobierno colombiano; menos de ser una de las más violentas del mundo, ni de tener el conflicto armado más largo, ni de estar destruyendo el aparato productivo nacional. Tampoco nos preocupa la degradación del medio ambiente. En cambio, somos expertos en las cifras de delincuencia venezolana, en su inflación, en su corrupción, sin percatarnos que la mayoría de los indicadores económicos y sobretodo los sociales, según lo publicado por el Banco Mundial, son mejores que los nuestros.

Los venezolanos nos acaban de dar una lección de paz, de democracia, de civilidad. La sectas de extrema derecha fueron neutralizadas por Capriles y las de extrema izquierda por Chávez.

Construyeron un proceso electoral que no permitió dudas razonables. Hicieron una campaña polarizada sin violencia, convivieron dos visiones distantes de país que ahora desde sus propias esquinas  buscan puntos de encuentro.

Chávez ganó  porque tiene el poder y porque es un verdadero líder, Capriles hizo avanzar a la oposición porque tiene sindéresis y carisma. El primero nos enseña que dentro de la democracia hay espacio para el cambio, así el camino esté minado y Capriles nos enseñó que la democracia es tolerancia y respeto por la decisión de las mayorías.

¡Ojala aprendamos  una décima parte de la lección venezolana!

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