Por: Horacio Serpa
Ayer el Presidente Santos explico a los colombianos el alcance de las conversaciones exploratorias adelantadas con las Farc y el contenido del documento que contempla los primeros acuerdos. Se informó que Timochenko hablará en el día de hoy.
Gran apoyo ha recibido la iniciativa de paz. Es natural que haya desconfianzas, reparos, observaciones y oposición. Pero existe un respaldo mayoritario que se refleja en encuestas, declaraciones, manifiestos y expresiones individuales. En muchos círculos hay euforia y confianza. También hay una nueva agenda política y muchos deseos de ayudar.
Todas las solidaridades son necesarias. Pero las de los Partidos son indispensables. En ese sentido las declaraciones desde la política le están dando solidez al propósito gubernamental de conseguir el fin del conflicto armado.
El Partido Liberal ha sido explícito. Tenía que serlo. La paz forma parte de su ideario. Muchas veces, siendo un contrasentido, la buscó por medio de las armas. Convencido de que la violencia es lo peor para el pueblo, renunció a ella en los pactos que sellaron el fin de la guerra de los mil días. Uribe el grande lo ratificó en 1904, cuando renunció “a la guerra de las armas, pero no a la de las ideas”. Lo reiteró Herrera y se confirmó con los pactos que pusieron fin a la violencia partidista del siglo XX. Lo acogió el partido cuando en la Constituyente respaldó el artículo 22 de la Constitución según el cual “la paz es un deber y un derecho de obligatorio cumplimiento”. Los liberales debemos luchar por la paz y jamás hacer la guerra.
Cambio Radical se manifestó a favor del proceso del Presidente Santos. La mayoría de la U también. Y el Partido Verde. Ya lo hicieron desde el PIN. También el Polo en declaraciones de su Presidenta. El Partido Comunista se lo manifestó personalmente al primer Mandatario.
Del Partido Conservador se han conocido manifestaciones de solidaridad junto a voces muy precavidas. Respetables dirigentes han sido cautelosos. Y el pesimismo ha identificado algunas declaraciones azules.
El Partido Conservador es parte importante de nuestra historia y notable valor político del presente. Su presencia decidida y firme en el proceso es indispensable. De tan sobresaliente Colectividad no se explicarían fisuras ni condicionamientos. Así, por lo menos, lo pensamos muchos colombianos.
Podrá decírseme que me meto en asuntos ajenos. Siendo la Paz para todos, opinar si podemos. En mi caso, con autoridad democrática y política. Como miembro de la Dirección Liberal apoyé sin reservas, con compromiso, con riesgos, el proceso de paz del gobierno del doctor Betancur, incluso chocando con importantes opiniones de mi Partido. Y el Partido Liberal bajo mi dirección se la jugó a fondo, sin condiciones, con el proceso de Paz del Presidente Andrés Pastrana, sometiéndonos a las consecuencias. Eso lo saben los señores expresidentes conservadores.
Revisar la historia tal vez sirva para estar a la altura de los comportamientos que demanda Colombia de sus hijos. Especialmente de los Partidos y de los políticos.