Por: Jaime Calderón Herrera
No he creído en las grandes diferencias entre Santos y Uribe. Por supuesto que son distintos en su origen, en su temperamento, en su formación, en su vestimenta, en sus modales, pero ambos están atados por los intereses derivados de la alianza entre la plutocracia nacional y las fuerzas económicas, militares y sociales emergentes.
La distinción, que no la diferencia, les ha permitido a ellos y a lo que representan, ser al mismo tiempo gobierno y oposición, condición ideal para quienes desean perpetuarse en el poder.
La coyuntura actual nos muestra un Estado fallido, que, ilusamente, habíamos pensado superado. El Estado es fallido en la misma proporción que sus instituciones sean débiles. ¿Cuál institución colombiana tiene la credibilidad del pueblo? Ni el Congreso, ni el Gobierno, ni las Fuerzas Militares ni policiales, ni la Justicia hoy merecen el respeto y la credibilidad necesarios.
La propaganda logra modular la respuesta de la masa colombiana, caracterizada por lo voluble, vulnerable y maleable.
Ante el vergonzoso episodio de la Reforma a la Justicia, la masa se «indignó», porque los grandes medios se «indignaron». Flor de un día. Mañana, susceptibles a los cantos de sirena de la oposición uribista, que hace parte del mismo régimen, y que es la otra cara del mismo gobierno, esta cosechará sobre la ignorancia y la indiferencia y nuevamente, engañado, el pueblo devolverá la confianza al uribismo o al gobierno Santos, al vaivén de los medios.
El mundo actual globalizado, ha embriagado a las sociedades ricas con el brebaje de la codicia y a las pobres con la ilusión del consumo.
En ambos casos, la neoesclavitud hace que, como lo dijo el Presidente uruguayo en la pasada cumbre Río+20: «Los trabajadores busquen un trabajo de seis horas para laborar en dos empresas, trabajar el doble y poder pagar cuotas y cuotas y envejecer carentes de satisfacciones y de felicidad».
El régimen hoy gobernante y hoy oposición construye el modelo de neoesclavitud, fundamentado en el libre comercio asimétrico, en la expoliación minera y en el consumo, apalancado en la manipulación mediática.
Si los medios lo deciden, volveremos a darle una mayoría a Santos, con Constituyente uribista o sin ella. Si los medios prefieren el otro matiz, las masas se volcarán a reclamar más sangre, mientras alborozadas celebrarán la prohibición de las corridas de toros.
La verdadera oposición, fragmentada en discusiones irreconciliables, soñarán con convencer por facebook, twitter y otros medios, ignorando que allí solo se expresa la opinión ya estructurada y manipulada por la televisión, la radio y los medios impresos, que actúan como una verdadera cadena de transmisión.
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JAIME CALDERON HERRERA, columnista de Barrancabermeja Virtual, es médico cardiólogo y actualmente cirujano cardiovascular del Instituto del Corazón de Bucaramanga y profesor de cátedra del departamento de Cirugía de la UIS. Además es el actual Presidente de la Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular.
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