Por: Jaime Calderón Herrera
Pocos días antes de darme la mano por última vez, Manuel me saludó un mañana antes de entrar al quirófano, diciéndome: “Profe, le traje esta edición especial de Los Beatles, (The Journey), para que la copie, pues tiene una buena reseña y una selección muy buena de canciones “. Cinco meses después, emprendió el viaje (The Journey) al infinito, dejándome el recuerdo de quien fuera un magnífico colega, apasionado por la medicina y por la música.
El actual presidente de la Sociedad Europea de Cirugía Cardiovascular, músico y cirujano, en su discurso de posesión nos habló con documentación científica, cómo el cirujano, durante sus actividades profesionales, activa las mismas áreas cerebrales que el músico, como lo demostraban múltiples estudios de resonancia nuclear magnética. Su tesis fue la de que la música mejora las habilidades quirúrgicas.
Meses antes había leído un artículo en revista científica, en el cual se pretendió demostrar mejores resultados de un cirujano cuando interviene escuchando la música de su preferencia.
Manuel Lindarte siempre buscó la excelencia, su vida fue una carrera de obstáculos que superaba con decisión, constancia, perseverancia y convicción. Estudiante brillante y melómano consagrado, decidió ser cirujano cardiovascular, lo cual logró con brillo, poco tiempo antes de reunirse con Lennon y Harrison.
Fue mi alumno y luego mi compañero. En ambas ocasiones lució una personalidad caballerosa, un apego a la ciencia y un conocimiento profundo por la música, en especial, la de Los Beatles. ¡Cómo hubiera gozado en el concierto de Paul McCartney! ¡Cómo gozó del conocimiento médico!
Manuel cumplió sus metas; sus deseos pendientes se los llevó para otra dimensión. Dejó su impronta entre sus compañeros, sus allegados, su familia y sus pacientes. Se vive mientras se es recordado, y en nuestro caso su presencia vive en el quirófano y en la propia existencia de Los Beatles, su gran pasión.
Ayer operábamos juntos, hoy ya no acude a la cita del quirófano y de su música. Liberado de las dificultades terrenales, lo recuerdo con la letra de un clásico:
Yesterday, /All my troubles seemed so far away, /Now it looks as though they’re here to stay/ Oh I believe in yesterday.
Vivió con seriedad y alegría superando barreras. La última vez, decidió pasar a la eternidad con el optimismo que lo caracterizó.