Por: Hernando Flórez Anaya
Sin duda una de las grandes preocupaciones actuales es la seguridad urbana, cada vez es más apremiante buscar mecanismos que permitan que nuestros jóvenes no caigan en el flagelo de la drogadicción, porque este paso es el primero para que después se conviertan en delincuentes.
Hasta ahora, toda la estrategia se ha concentrado en la represión de los delincuentes en ese tema, la Policía y el Ejército han venido haciendo un magnífico trabajo, pero no basta con medidas represivas, coger una y otra vez a jóvenes y adultos drogadictos delincuentes para que sean soltados nuevamente, indica por lógica, que las cosas no se están complementando adecuadamente.
Tenemos que seguir fortaleciendo la fuerza pública, ser más colaborativos como ciudadanos denunciando oportunamente los actos sospechosos y a los delincuentes, hay que implementar más cámaras de seguridad y desde centrales de cómputo, coordinar la acción inmediata a través de más patrullas móviles, en servicio de inteligencia, en más tecnología y mayor cantidad de efectivos y de equipos logísticos descansa en gran medida lograr reprimir los actos delincuenciales.
Pero esto no será suficiente, si no acometemos acciones preventivas que logren a través de actividades y programas, darle oportunidades a nuestra gente. Más democracia, más equidad y más igualdad, deben ser los objetivos para lograr evitar ser una ciudad caldo de cultivo para formar delincuentes, la nuestra es una ciudad de contrastes, que genera desigualdades profundas y si no proveemos oportunidades para que nuestros coterráneos tengan proyectos de vida, muy seguramente todos los megaproyectos nos van a generar muchos más problemas sociales que los que tenemos actualmente.
Tenemos que hacer algo rápidamente, algunas acciones urgentes son sintonizar la administración municipal con los jóvenes, se ha avanzado, pero aún falta proveerles mayores oportunidades a nuestros jóvenes en educación, recreación, empleo y en todas las actividades que les permitan una integración más justa y equitativa con la ciudad.
Para reorientarlos es urgente hacer centros de atención para el tratamiento de la drogadicción, buscar consolidar y ofrecer una propuesta pedagógica-terapéutica desde la perspectiva de derechos para el abordaje de la farmacodependencia y problemáticas asociadas en la población adulta y juvenil, buscando el acompañamiento de la construcción de un proyecto de vida que permita su vinculación social.
Estos centros deben tener los profesionales idóneos y sin escatimar esfuerzos deben proveer tratamientos integrales y garantizar que tanto el drogadicto como la familia, reciban el programa y colaboren activamente bajo asesoría adecuada a la recuperación de los individuos farmacodependientes.
Prevenir que las personas caigan en esa trágica y dolorosa enfermedad es una tarea que hay que acometer para reducir los índices de violencia y de inseguridad, no es el único, pero las demás medidas por si solas no van a parar el problema, se requiere una intervención sobre el individuo porque sin duda sacar del escenario de la drogadicción a las personas que han caído en ella, ayudará enormemente a que menos personas delincan.
