Por: Jaime Calderón Herrera
José María Córdova se reveló contra el Libertador Simón Bolívar en el entendido de que éste pretendía coronarse como monarca de los pueblos liberados del yugo español.
Sin embargo, muchos historiadores atribuyen tal acusación a santanderistas interesados políticamente en crear un mal ambiente alrededor del Libertador.
En proclama de enero de 1830, Bolívar dijo: “…los mismos que aspiran al mando supremo se han empeñado en arrancarme de vuestros corazones, atribuyéndome sus propios sentimientos; haciéndome parecer autor de proyectos que ellos han concebido, con aspiración a una corona que ellos me han ofrecido más de una vez, y que yo he rechazado con indignación del más fiero republicano…”
Pensando sobre el pasado, sobre la coyuntura nacional y la política de hoy, el panorama aparece desolador: políticos sin partidos y partidos sin políticas, falsa democracia que representa nada y a nadie, un pueblo embriagado de conformismo adobado con violencia, corrupción carcomiendo hasta el meollo; me surgió entonces de la nada la consigna (¡Absolutismo o Caos!) que se me antoja y que tal vez también pronunció el Libertador en alguna ocasión.
No sería entonces mala idea, que en lugar de elegir alcaldes y gobernadores, concejales y diputados, este año, por plebiscito designáramos a los Santos como la familia real y a Juan Manuel (que lo viene haciendo bien, dicen), el Rey de los Colombianos, y que así, el monarca conforme su Corte Real, designando Condes y Marqueses para que gobiernen estas provincias, con la condición del trueque del oro por semillas canadienses.
De esta manera, tendríamos en la familia real glóbulos rojos ancestrales de la tierra y un santanderismo afirmado en la posteridad.
Les aseguro que nos ahorraríamos centenares de politicastros, miles de corruptos, millones de dólares y billones de enfrentamientos.
Eso sí, que el padre Córdoba corone a Juan Manuel I en la Iglesia de Curití o de Charalá.
