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Colombia segura y en paz

Active ImagePor Horacio Serpa

El año nuevo nos despertó con el asesinato de dos jóvenes estudiantes de la Universidad de los Andes, a quienes sicarios del grupo narco paramilitar Los Urabeños asesinaron salvajemente en San Bernardo del Viento, Córdoba. Se dice que los acusaron de ser espías de la Policía. El país que creía ganado el territorio y el derecho a recorrerlo no ha salido de su indignación. De su dolor.

El departamento de Córdoba goza del aprecio nacional. Los colombianos respetamos a su gente, buena, sana, pacífica, trabajadora, demócrata. Pero más de 30 asesinatos y   masacres cometidas por las cuatro organizaciones paramilitares que actúan en la zona dan fe de la crisis humanitaria que vive tan rica  región, lo que nos duele profundamente. Hacemos llegar nuestra solidaridad a todos sus habitantes, especialmente a las autoridades que luchan por lograr mejores instancias de tranquilidad, convivencia y seguridad. Lo merecen.

Ese próspero departamento ganadero, agrícola y turístico dejará de ser un bastión del paramilitarismo. Los malos quieren volverlo una república independiente del narcotráfico, en donde los señores de la guerra se abroguen el derecho de decidir sobre la vida de las personas y el destino de un gran  pueblo. No pasarán.

En muchas partes del país aún se  requiere una intervención contundente de la Fuerza Pública, que desea ganar esa guerra, y con la ayuda de todos lo va a lograr. El Estado que fue capaz de abatir al Mono Jojoy y de desarticular a la mitad de la cúpula de las Farc,  tendrá  los mismos resultados en su lucha contra esas bandas criminales.

Toda la nación espera que la Fuerza Pública siga ofreciendo resultados  en la agenda trazada por el Presidente Juan Manuel Santos de pacificar a Colombia. De liberar a Córdoba y al país de Los Paisas, Los Urabeños, las Águilas Negras y Los Rastrojos. La acción contra  Cuchillo fue un buen comienzo.

Hay que apoyar al Presidente Juan Manuel Santos en su decisión política de erradicar ese flagelo, que nunca ha tenido motivación diferente al enriquecimiento ilícito, el dominio del negocio del narcotráfico, la expansión territorial, la toma del poder local y los presupuestos de la salud y la educación. El fenómeno paramilitar no tiene cabida en la Colombia de la prosperidad democrática, que los ha convertido en objetivo militar. Un precio bastante alto han pagado quienes creyeron que esos criminales  eran el antídoto para acabar la subversión.

El Frankeistein creado por los que erróneamente creyeron más en la fuerza de los ilegales que en las instituciones,  ha sido la mayor amenaza a  nuestra democracia. Ese monstruo sigue vivo y hay que liquidarlo con inteligencia, decisión, coraje, fuerza del Estado y cooperación internacional.

A pocos meses de las elecciones regionales es claro que esas bandas tratarán de incidir mediante el terror y el dinero sucio en la decisión de los electores para imponer sus candidatos y seguir dominando. Hay que impedir que triunfen sus testaferros. La parapolítica no debe repetirse.

El presidente Santos tiene todo nuestro apoyo en su misión pacificadora.

Bucaramanga, 18 de Enero, 2011
 

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