Por: Darío Echeverry Jr.
En diciembre pasado tuve la fortuna de participar en el congreso del partido Liberal y apreciar en toda su dimensión la dinámica interna de la organización política de caras a las elecciones parlamentarias y presidenciales. Algunas cosas me impactaron profundamente, entre ellas la gran cantidad de jóvenes involucrados y participando de los procesos del partido. Para una agrupación política de tanta tradición ver tantos jóvenes entusiastas revela que se está construyendo el futuro del partido a partir de la renovación de sus cuadros con muchachos y muchachas de todas la regiones del país. Otra cosa que me causo una gran impresión fueron los discursos de algunos de los líderes y representantes del partido, particularmente el de Cesar Gaviria, el de Iván Marulanda y el de Piedad Córdoba.
El ex presidente presento un balance de su gestión como director del partido y particularmente hizo una crítica seria y coherente de la gestión del presidente Uribe, en donde mostro las graves deficiencias, errores, fallos y desaciertos de este gobierno. Fue un balance contundente que demostró la necesidad de cambio en el ejecutivo y las graves faltas del gobierno durante sus ocho años en el poder. Por su parte el precandidato presidencial no solo ilustro los intereses y retos del partido sino que fue capaz de exaltar a todos los presentes gracias a su excitación del sentimiento liberal con sus referencias a las figuras inmoladas del liberalismo, Gaitán y Galán. Finalmente, la senadora fue también responsable del entusiasmo de los presentes con su discurso, que no solo despertó emoción por su apelación al sentimiento liberal, sino porque fue capaz de presentar su posición política tanto al interior del partido como ante el país. Presento sus ideas y pensamiento y argumento sus posiciones y opiniones todo desde la ideología liberal y con un alto grado de responsabilidad y compromiso con el país.
Mas allá de diferir o coincidir con la senadora, fue posible comprender su compromiso con el partido y la nación, y su gran valor para la democracia colombiana. Estos hechos que me causaron gran impresión señalan que a pesar de la difícil situación por la que atraviesa el partido hay material para recuperar el liberalismo y mantenerlo vigente en la democracia colombiana, tan necesitada de pluralidad y diferencia luego de casi ocho años de uribismo uniformador y autoritario.
Esta realidad nacional necesita trasladarse a la ciudad, que también necesita un partido Liberal vigoroso y fortalecido en medio de tanta atomización y fragmentación política.
