Las elecciones al congreso de la república que se acercan han generado más de una polémica en la ciudad y agitan la política local. Desde el lanzamiento sosegado de candidaturas, pasando por la especulación sobre la formación de alianzas y la conformación de parejas al senado y cámara, hasta la inconformidad y el reclamo de nuevas figuras políticas que representen al puerto petrolero, son los hechos que alimentan la discusión política por estos días, pero es necesario ir mas al fondo en la política municipal para entender esta agitación.
En primer lugar hay que decirlo, hay una grave crisis política en el municipio. Esta crisis no es nueva y tiene varias dimensiones, pero se puede empezar por señalar el hecho de que los partidos políticos han fallado en la formación de nuevos cuadros políticos que faciliten la renovación y permitan reafirmar la confianza del electorado con nuevas figuras y propuestas. Esto ha ocasionado que las nuevas figuras que surgen en la mayoría de los casos tienen que darse su lugar a codazos y generalmente por fuera de la estructura de partidos. Esto genera que los nuevos políticos en su gran mayoría carezcan de estructura, formación y compromiso político, lo que resulta en una frágil gobernabilidad local y en una fragmentación y atomización de la representación política.
Esto en ultimas significa que la ciudad esta franqueada de proyectos políticos personalistas y desarticulados, que solo responden a los intereses particulares del dirigente y con una visión política que en el mejor de los casos es local. Esto ha ocasionado entre otras cosas la prácticamente nula representación política del municipio en instancias departamentales y nacionales.
En segundo lugar, la débil cultura política de la ciudad. Esto se puede visualizar a partir de varios hechos, como la incapacidad de los partidos y movimientos de generar pactos políticos; la falta de acuerdos programáticos y la proliferación de alianzas electorales; la conformación de un electorado sin formación política, sin filiación partidista, con poco interés en los asuntos públicos y dispuesto a participar en el clientelismo; una ciudadanía que desconoce sus deberes y responsabilidades, sin visión de ciudad y sin ética política. Y se podrían mencionar otros elementos, pero queda claro que la débil cultura política de la ciudad es terreno fértil, entre otras cosas, para la ausencia de representación ante instancias departamentales y nacionales del municipio.
Finalmente, se podrían mencionar otros hechos pero queda claro que tanto revuelo por las elecciones parlamentarias revela una realidad política preocupante para el puerto petrolero y es nuestra incapacidad de construir proyectos de ciudad, producto de la crisis política y de la débil cultura política, incluyentes y que representen nuestros intereses en instancias regionales y nacionales. La pregunta que surge es ¿seguirá la orfandad política de la ciudad?