Juan Manuel Santos intriga como candidato, se mueve como candidato, da entrevistas como candidato, habla como candidato, pontifica como candidato, miente como candidato; pero no es candidato. Así lo dijo él mismo el martes pasado en La W, ante lo cual, deberíamos suponer que no miente, porque, como decía Laureano Gómez, a la gente hay que creerle. Bueno, él no es tan gente, pero se acerca bastante; así que se le debería dar una oportunidad.
Si, olvidando su pasado e ignorando su presente, los colombianos resolviéramos creerle a Juan Manuel Santos, habría que obrar en consecuencia.
Que yo sepa, ya hay 4 candidatos presidenciales definidos: Sergio Fajardo, de Compromiso Ciudadano por Colombia; Rafael Pardo, del Partido Liberal; Gustavo Petro, del Polo Democrático Alternativo, y Germán Vargas Lleras, de Cambio Radical. Además, están los precandidatos del Partido Conservador, Andrés Felipe Arias, José Galat, Álvaro Leyva y Noemí Sanín, que decidirán su suerte en marzo próximo. A éstos habría que agregar a Marta Lucía Ramírez, que está en el limbo por el asunto de su desinvestidura.
El cuento de los tres ex alcaldes de Bogotá es una alianza pegada con babas, en la cual Antanas Mockus lleva todas las de perder, sobre todo si se deja meter en el embeleco de una candidatura presidencial. Y por los lados del Partido de la U no hay nada resuelto en cuanto a candidaturas, pues hasta ahora el candidato oficial es Álvaro Uribe; de manera que Juan Manuel Santos, técnicamente, ni siquiera es precandidato, motivo por el cual habría que recoger sus propias palabras, hacerle caso y no seguirle dando tratamiento de candidato.
Para tal efecto, tocaría empezar por sacarlo de cualquier encuesta que mida la popularidad o las preferencias electorales.
Las encuestadoras no deberían incluirlo en las preguntas de selección múltiple, ni tabular las respuestas que la gente da espontáneamente cuando, al hablar de las próximas elecciones, dice cuál es el primer nombre que se le viene a la cabeza.
En todo caso, como a la gente no se le puede amordazar, y habrá más de uno que mencione a Juan Manuel Santos, su nombre debería aparecer en el renglón otros, en vista de que no es candidato.
Sería como si a alguien se le ocurre proponer a Juanes, al general Óscar Naranjo o a Jorge Barón, que pueden ser muy simpáticos y tener muchos seguidores a los que les gustaría verlos en la Casa de Nariño, pero no son candidatos.
En igual sentido deberían actuar los medios de comunicación. Al buscar reacciones de los candidatos sobre el diferendo con Venezuela, las bases gringas, el escándalo de Agro Ingreso Seguro, el último disco de Carlos Vives o el programa de Jaime Bayly, no deberían llamar a Juan Manuel Santos; porque él no es candidato.
Que hable como ex ministro, ex subdirector de El Tiempo, adversario de Chávez o amigo de J.J. Rendón, pero no como candidato, porque no lo es.