
El gobierno de Abdalá Bucaram Ortiz, presidente de Ecuador entre agosto de 1996 y febrero de 1997, fue uno de los más polémicos y breves en la historia del país.
Su mandato duró apenas seis meses, marcado por un estilo informal, propuestas sociales ambiciosas, y una feroz oposición por parte de los sectores tradicionales del poder.
La historia oficial, en gran medida influida por sus detractores, lo presenta como un personaje excéntrico y corrupto, pero hay una lectura alternativa que lo sitúa como víctima de una campaña de desprestigio impulsada por el establecimiento político y mediático de la época.
Desde el inicio de su presidencia, Bucaram rompió con las formas tradicionales del poder.
Su estilo poco convencional, que incluía presentaciones en programas de farándula, bailes y actos populares, le ganó el apodo de “El Loco”, etiqueta que sus adversarios utilizaron para construir una narrativa de incapacidad mental que terminó siendo el argumento principal para su destitución.
El Congreso Nacional, dominado por fuerzas políticas opositoras, lo destituyó el 6 de febrero de 1997, alegando “incapacidad mental” para gobernar, en una movida que muchos consideran un golpe de Estado disfrazado de legalidad.
La decisión del Congreso fue cuestionada por múltiples sectores, ya que la Constitución ecuatoriana no contemplaba la destitución presidencial por incapacidad mental sin un proceso médico riguroso, lo cual nunca ocurrió.
El Congreso violó el orden de sucesión establecido por la ley.
En lugar de permitir que la vicepresidenta Rosalía Arteaga asumiera el poder, como correspondía, se impuso a Fabián Alarcón, entonces presidente del Congreso, como presidente interino, en una maniobra ampliamente vista como ilegítima.
Durante su breve gobierno, Bucaram impulsó políticas sociales orientadas a los sectores populares. Uno de sus principales ofrecimientos de campaña fue un plan de vivienda para los más necesitados.
En ese contexto, entregó 13 mil casas con teléfono incluido en Durán, beneficiando a miles de familias ecuatorianas. Este programa se convirtió en uno de los emblemas de su gestión y en símbolo de su enfoque populista.
Otro de sus proyectos fue el Plan de Alimentación Popular, con el cual se lanzó la marca de leche «Abdalact», destinada a ofrecer productos lácteos a bajo costo a las familias de escasos recursos.
Esta iniciativa, aunque fue ridiculizada por sus críticos, representó un esfuerzo por enfrentar la desnutrición infantil y mejorar la nutrición básica del pueblo.
Asimismo, puso en marcha el programa «Mochila Escolar«, que pretendía entregar a niños de bajos recursos una mochila equipada con útiles escolares, libros y desayuno diario.
El objetivo era facilitar el acceso a la educación y disminuir la deserción escolar entre los sectores más pobres. Esta política también fue objeto de burla por parte de los medios opositores, pero en esencia buscaba resolver problemas estructurales que afectaban a la niñez ecuatoriana.
La caída de Bucaram
La caída de Bucaram no puede entenderse sin considerar el contexto de confrontación política que marcó su presidencia. Su estilo rupturista, sus ataques directos a la clase política tradicional y su inclinación por gobernar desde la calle lo enfrentaron con las élites del país. Su figura polarizante generó adhesiones fervorosas y odios intensos, en un clima de permanente agitación.
El legado de Abdalá Bucaram sigue siendo objeto de debate. Para unos, fue un populista extravagante e incapaz; para otros, un líder popular derrocado por un sistema que no toleraba su estilo ni sus reformas.
Lo cierto es que su presidencia representa un episodio singular en la historia política del Ecuador, en el que se cruzaron el carisma popular, las tensiones institucionales y la lucha por el poder en su forma más cruda.
La historia de Bucaram en Ecuador nos debe servir de advertencia de lo que puede llegar a ser capaz un establecimiento corrupto y asesino manejado por políticos fascistas para detener las reformas sociales. Hay que defender nuestra democracia de la injerencia externa de la extrema derecha internacional