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Antes Verdad y Justicia y después perdón y reparación – Por: Juan Manuel López

Antes Verdad y Justicia y después perdón y reparación – Por: Juan Manuel López

Antes Verdad y Justicia y después perdón y reparación. Tan obvia como la famosa frase atribuida a Einstein según la cual “nada más tonto que esperar que repitiendo las mismas medidas se llegue a resultados diferentes”, sería el que no se puede esperar la solución de un problema sin antes establecer el diagnóstico de sus causas.


El corolario de esto es que mal se puede aspirar a que dos personas lleguen a un acuerdo sobre el manejo de algún conflicto si no comparten la visión del mismo, de sus causas y de sus características.


Lo que está sucediendo respecto a los sucesos de los últimos días es que cada cual da una interpretación basada en premisas diferentes.


En lo único que parecerían coincidir es en una explicación binaria según la cual es un tema de ‘buenos’ y ‘malos’, dependiendo de esas calificaciones las responsabilidades que se asignan y las propuestas que se derivan.


Por supuesto coincidencia hay en relación a los lugares comunes de “no estoy de acuerdo con los actos violentos” o “nada justifica las muertes”.


Pero ya sean los que atribuyen lo sucedido al exceso o abuso de fuerza de la autoridad, o los que consideran que el vandalismo de la protestas amerita respuestas de la ‘Ley y el Orden’, o quienes consideran que las condiciones de inconformismo social son causa del enervamiento, o aquellos que entienden como natural la reacción de la policía ante los ataques que sufren, el hecho es que toda explicación se busca atribuyéndole a una u otra parte la razón y a la otra la culpabilidad.


Las explicaciones se mueven en un sistema binario que se inicia con posiciones políticas distantes, que se trasladan al maniqueísmo de los buenos y los malos, se convierte en enemigos declarados, y acaban en odios obsesivos que asignan a la contraparte todos los males que pueden acaecer.


Ninguno acepta que la violencia es como la fiebre que es solo el síntoma más no la enfermedad.


Lo grave es que dentro de este camino de pretender soluciones que no dependen del diagnóstico, pierden importancia la búsqueda de la Verdad y la Justicia y se intenta remplazarlas por el ‘perdón y reconciliación’, como si esto fuera posible.


¿Cómo se llega a esto? ¿Cómo desaparecen todos los otros elementos de un abanico de manifestaciones que no necesariamente se reconocen en ese marco de buenos y malos? 


La explicación ‘micro’ nos puede llevar a la indignación por la ‘falta de empatía’ del Dr. Duque; a los ‘trinos incendiarios de Petro’; al plan de ‘la toma de la ciudad’ de las disidencias de las FARC y el ELN; al deterioro de las condiciones de vida causada por la pandemia; o a la desesperación de los venezolanos sin alternativa diferente de unirse al vandalismo; o incluso al pretexto inventado o difundido por la prensa de la indignación por el asesinato de Javier Flórez.


Todos estos componentes puntuales y muchos más motivan a diferentes grupos a actuar como lo hicieron. Pero el contexto ‘macro’ es otro.


Este se inicia con la información que trasmiten las autoridades destacando, y casi siempre exagerando, lo positivo y minimizando, más frecuentemente responsabilizando a otros de lo negativo.


Los medios de comunicación convencionales seleccionan y multiplican lo que puede dar más rating para convertirlo en ‘noticia’, movilizando las emociones y pasiones de quien recibe esa ‘información’.


La aparición o expansión en las redes sociales completa el ciclo permitiendo o propiciando que esa polarización se convierta en agresión e insultos que internalizan en cada individuo su alineación hacia un lado y su odio hacia el contrario.


La realidad es que mientras no se parta de la base de que todos los comportamientos tienen una justificación para quien los realiza, y se busque atribuirlos a la mala naturaleza de quien no comparte nuestro punto de vista, solo se producirán enfrentamientos entre partes que es natural que tengan diferencias.


Que mientras prevalezca la controversia política no como visiones alternativas sino como ‘bueno lo mío y malo lo del otro’.


Que mientras sea ‘rentable’ mediáticamente la confrontación pública.


Mientras no se logre incluir en los escenarios analíticos la participación de grupos que no coinciden con esa clasificación binaria y maniqueista, no se entenderá que está sucediendo y no se podrá corregir ni salir del mal momento que vivimos.


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