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Nuestra clase política no sirve, aquí cualquiera viene y se lleva lo que quiera  

Nuestra clase política es inservible y ausente, socava los principios fundamentales de la gobernabilidad democrática. Es esencial que los líderes políticos respondan a las necesidades de las personas que representan, actúen con integridad y prioricen el bien común por encima del beneficio personal.

En Colombia existe una percepción generalizada de que la clase política está desconectada de las realidades y necesidades de los ciudadanos a los que deben servir.

Esta desconexión a menudo surge de una variedad de factores, incluida la corrupción, el interés propio y la falta de rendición de cuentas. Cuando es percibida como inservible (inútil) y ausente, puede generar desilusión y frustración generalizadas entre su electorado.

Eso sucede con mucho énfasis en Barrancabermeja donde una de las cuestiones clave que a menudo se asocian con su clase política es su aparente enfoque en el enriquecimiento personal a expensas de abordar las necesidades apremiantes.

Esto se manifiesta a través de la corrupción, el amiguismo y la falta de transparencia en los procesos de toma de decisiones.

Cuando se percibe que la clase política se enriquece mientras descuida las necesidades de sus electores, se erosiona la confianza en el gobierno y en el proceso democrático en su conjunto.

La clase política desempeña un papel crucial en la configuración de la identidad y el bienestar de una ciudad. Sin embargo, en Barrancabermeja no logran preservar los valores culturales y deportivos de su comunidad, permitiendo el agotamiento desenfrenado de recursos y descuidando los elementos centrales que definen la identidad de la ciudad.

Esto no es nuevo, la ciudad no tiene dolientes  

Un problema importante surge cuando la clase política prioriza las ganancias personales sobre el bienestar de la comunidad. Los casos de corrupción, malversación de fondos o favoritismo pueden conducir a una mala gestión de fondos destinados a mejorar las iniciativas culturales y deportivas.

Esto no sólo obstaculiza el crecimiento del talento local y las actividades culturales, sino que también crea una sensación de desilusión entre los residentes que son testigos del mal uso de los recursos que tanto les costó ganar.

Además de la mala gestión financiera, nuestra clase política carece de una comprensión o apreciación integral del patrimonio cultural y deportivo de la ciudad.

No reconocer la importancia de preservar las tradiciones, festivales y eventos deportivos locales puede resultar en la erosión gradual de la identidad única de la comunidad.

Hoy estamos llorando la pérdida del Fandango de la 24, la partida del Alianza Petrolera como la herencia inmediata que recibe el nuevo gobierno, pero la lista de perdidas por falta de gestión de nuestros dirigentes es extensa.

Podemos enumerar desde las épocas en que perdimos el Instituto Colombiano del Petróleo, Ecogas, el abandono de la UIS, Ferticol, la modernización de la Refinería, los elefantes blancos de la gobernación, etc., todo por falta de gestión de nuestra clase política local.

Sin medidas proactivas para salvaguardar nuestros valores, Barrancabermeja corre el riesgo de perder su carácter distintivo y volverse indistinguible de cualquier otro centro urbano.

No hubo dirigente político local que hiciera algo para evitar que el Alianza se fuera de la ciudad.

Los deportes, al ser un lenguaje universal que une a las comunidades, pueden verse afectados por administradores negligentes. La falta de apoyo a los equipos deportivos locales, las instalaciones inadecuadas y la inversión insuficiente en programas deportivos pueden obstaculizar el desarrollo del talento atlético.

Esto no sólo afecta el bienestar físico de la comunidad, sino que también niega a las personas la oportunidad de mostrar sus habilidades en un escenario más amplio.

Para abordar estas cuestiones, es esencial que participemos activamente en el proceso democrático.

Hacer que los administradores rindan cuentas mediante una gobernanza transparente, exigir una conducta ética y participar activamente en la toma de decisiones locales puede servir como herramientas poderosas para salvaguardar nuestros valores.

Lamentable ver a nuestro senador prácticamente llorando en redes sociales por la pérdida del equipo mientras del otro lado los dirigentes políticos (que sí hicieron la tarea) celebran la llegada del equipo a Valledupar. No hay derecho a tanta ineptitud

En última instancia, se necesita un esfuerzo colectivo para garantizar que nuestra clase política local de prioridad al bienestar y la riqueza a la ciudad, fomentando un entorno donde nuestros residentes puedan enorgullecerse de su herencia y sus logros.

Nuestra clase política es inservible y ausente, socava los principios fundamentales de la gobernabilidad democrática.

Es esencial que los líderes políticos respondan a las necesidades de las personas que representan, actúen con integridad y prioricen el bien común por encima del beneficio personal.

Sin estas cualidades, la legitimidad de la clase política queda en entredicho y el contrato social entre gobernados y gobernantes se debilita.


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