Por: Uriel Navarro Urbina.
– Hacía tiempo un nombre local no alcanzaba resonancia nacional e internacional con ribetes épicos. La gesta alcanzada por Kevin Mier puso a vibrar el sentimiento barranqueño en medio del júbilo del narrador del canal sintonizado. Este 2 de junio de 2019, se constituyó en el héroe de la jornada quien con sus atajadas y en el penal decisivo echó a un lado a Nueva Zelanda y la eliminó del torneo mundialista sub-20. Fue el «aguafiestas de los neozelandeses», dignos rivales en esta épica contienda.
Un jovencito de 20 años, nacido en las entrañas de los barrios populares, el 1° de Mayo, allí donde han nacido las más fulgurantes estrellas del fútbol mundial, fue trazando desde temprana edad su pasión y camino de vida: el fútbol. Eludir desde temprana edad las clases de la mañana para escaparse a la cancha que tenía a cien metros, hacer de la pelota su biberón y del arco su almohada para fundirse en los sueños del pibe, Kevin se fue erigiendo con lustre en la salvaguarda del arco colombiano. Pinta como una de las grandes promesas del arco en Colombia.
Voces multiplicadas con el correr del viento resaltaban el lugar de nacimiento del héroe ante cada una de las ejecutorias de sus verdugos: —“! Es barranqueño”¡—, se escuchaba mientras apretaban los puños y esbozaban felicidad sus rostros alborozados.
Los comentarios de los mayores afloraban y los recuentos históricos, frente a la pantalla del televisor con sus contertulios, aparecían para aludir a la resonancia de nuestro fútbol local. Episodio que se va diluyendo con el paso del tiempo.
Heredero de una tradición futbolística Kevin marca la pauta para rememorar nuestro fútbol aficionado con escenarios de seducción, mas no de organización. La cancha Shannon, la cancha militar, la cancha de El Centro, la de Shell-Casabe, La Salle, la Avianca vieja, hoy todo el barrio Galán, fueron escenarios para la práctica del fútbol y otros deportes. Grandes estrellas surgieron de estos campos y militaron en los equipos del rentado nacional. Gabriel Pineda, campeón con Santa fé en 1948, Hugo Márquez, (Once Caldas y capitán de la selección Colombia de César López Fretes en 1966), Rodrigo Gómez (Once Caldas y Millonarios), Robinson Puentes, Arturo Solórzano, entre otros. Sin embargo, la figuración en el arco, antecesores históricos de Kevin, tanto en el ámbito profesional como en el aficionado, algunos de sus nombres se desgajan sin mucho esfuerzo para recordarlos. Wilfredo “Pio” Tapias (Deportes Quindío), primer portero local que estuvo en el profesionalismo; referentes de excelentes condiciones bajo los tres palos en el medio aficionado de hace cinco y seis décadas que salen a relucir: Sabas “el negro” Redondo (q.e.p.d.), “Gago” Ascanio (q.e.p.d.), Néstor Turriago, “Chino Tang», Hugo “chulo” Hinestroza (q.e.p.d), Martín Colón (q.e.p.d.), Lubin Serrano.
Un presente que se armoniza con ese pasado luminoso de estrellas que poseían lo que la naturaleza les suministraba y las condiciones ambientales les proporcionaba, dejaron marcadas sus improntas en la memoria de quienes aún viven para recordarlo.
Este joven que con sus condiciones ha desbordado de satisfacción a sus seguidores y paisanos, reanima el resurgir del orden y regulación del fútbol aficionado en la ciudad para que de la cantera surjan nuevos valores del potente semillero local.
Kevin Mier ocupa en el campo de juego la posición más ingrata en el fútbol; su misión consiste en no dejar que la bola entre a su arco. Difícil labor. Tampoco se puede equivocar. Ya se ha equivocado. Aunque siempre el cuidapalos logra pírricas victorias o estruendosas derrotas, el domingo pasado hizo vibrar de emoción a los aficionados locales con su memorable intrepidez, para clasificar al seleccionado sub-20 a la fase siguiente del mundial en Polonia.
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URIEL NAVARRO URBINA, autor de la columna «Kevin, un héroe que emociona el alma barranqueña» puede ser contactado en el correo electrónico: [email protected]
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