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El ‘gallo’ de la Grisales

El 'gallo' de la Grisales
Pedro Severiche

Por: Pedro Severiche Acosta

 

I

 

Ella, Amparo Grisales, andaba de ‘pueblo arriba y pueblo abajo’, en las tablas. Es decir, la señora Grisales (creo que ante la falta de llamado laboral en las pantallas grandes y chicas), estaba, para la época de los hechos, dedicada de lleno al teatro.

 

Fue así como la señora Grisales nos tomó por asalto ese lunes, ardiente como ella, a los ciudadanos de Barrancabermeja. Venía procedente de Barranquilla, donde —dijo ella— llenó tres veces en un día uno de los más cotizados teatros de ‘La Arenosa’.

 

Amparito, para entonces, llevaba más de cien funciones con su comedia (que no es de ella sino de la periodista Viviana Gómez Thorpe), «No soy feliz, pero tengo marido». Se trata de un ameno monólogo que nos cuenta la amarga historia de una mujer que llega a los veinte años de matrimonio y su marido decide dejarla por una ‘Lolita’ de veinte “con las téticas puntudas mirando para el cielo”, según cuenta la obra.

 

Este escrito, lo confieso, lo motivó un hecho anecdótico cuya ocurrencia tuvo lugar en la rueda de prensa con la señora Grisales en el hotel Pipatón, horas antes de la presentación de la obra en mención en el club Infantas (donde hubo un lleno aceptable, pero eso sí muchos celulares y cámaras imprudentes, que afearon la puesta en escena y distrajeron a la actriz en su presentación, hecho que la molestó a todas luces). La anécdota es la siguiente:

 

II

 

La Grisales llegó a nuestro encuentro muy risueña, pidiéndoles a los fotógrafos y camarógrafos que no le hicieran tomas por la espalda ni de lado. Supimos allí que le espanta el perfil de su nariz. Fue la excusa pronunciada por sus propios labios.

 

Ella habló de todo en esa rueda de prensa. Superfluo todo, por supuesto. Nosotros, me refiero a los periodistas, preguntamos cuanta ‘babosada’ se le puede preguntar a una vedette en circunstancias como las que aquí se describen.

 

Uno de mis colegas, muy poco documentado, le preguntó a la actriz si su telenovela con la Niña Mencha«Los pecados de Inés de Hinojosa», había sido la obra que la disparó al estrellato.   El colega, creyendo haber hecho la pregunta del millón, se acomodó en su sillón para escuchar la respuesta de la actriz, esperando que ella le confirmara su desaguisada estupidez.

 

La Grisales, arreglándose un tanto el pelo ensortijado por obra y arte de su peluquero, le respondió que no. El preguntón se sintió incómodo en su sillón. De eso, que no quepa la menor duda.

 

Explicó la veterana actriz y modelo que la obra «El gallo de oro», de Gabriel García Márquez, la había hecho famosa mucho antes, pero mucho antes.

 

Amparito lo dijo así, textualmente:

 

—        «No. Yo antes de Los pecados tuve el Gallo de oro».

 

Esa respuesta de la famosa Grisales me sacó del ‘soponcio’ en que me hallaba sumergido y de inmediato la fusilé con esta pregunta propia de un ciudadano de Barrancabermeja, avezado y hasta ‘guache’:

 

          ¿Y ahora, Amparito, ya no es dorado su gallo?

 

III

 

Por supuesto que hasta allí llegó la rueda de prensa, luego del consabido ‘madrazo’ de la Grisales para con este humilde servidor.

 

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PEDRO SEVERICHE ACOSTA, es un habitual columnista de BARRANCABERMEJA VIRTUAL.  Puede ser contactado en el correo electrónico: [email protected]

 

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