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¡Si no quieren democracia, que lo digan!

¡Si no quieren democracia, que lo digan!Por: Jaime Calderón Herrera

 

En los últimos seis años ha caído en un 97% el número de heridos atendidos en el Hospital militar, a lo cual comentó la senadora Ángela Robledo:

 

“Si la derecha estimara las Fuerzas Militares, como dice, celebraría que, gracias al acuerdo de paz, esos hombres ya no mueren en la guerra”.

 

A mi parecer, es una observación contundente, que no parece conmover a algunos colombianos que se resisten a aceptar los acuerdos con las Farc, acuerdos que el mundo entero sí defiende, porque los ve como un aporte a la solución de otros conflictos en el planeta y porque augura un impacto favorable en las condiciones sociales y económicas para nuestro pueblo.

 

Avizoro tormentas que nada tienen que ver con dicho proceso. ¿Qué buscan aquellos dirigentes políticos al proponernos un escenario irreal de temores infundados, sustrayendo de la agenda propuestas sobre los temas que sí debemos resolver para no caer en retroceso social, político y económico?

 

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Como país de ingresos medios altos, con una economía débil y vulnerable en grado máximo a una desaceleración económica mundial y al cambio climático, el manejo macro y micro económico debiera ser una prioridad en el debate electoral para Congreso y Presidencia.

 

En medio de una crisis fiscal, la manera de afrontar los retos de mantener y mejorar progresivamente los derechos en salud, educación y trabajo, son exigencias no negociables de los electores a sus candidatos.

 

Electores que debemos rechazar la malsana polarización, la falsa cristianización con réditos electorales y el detrimento institucional, que pone en peligro nuestra democracia.

 

La Biblia, la Torá o el Corán son libros sagrados para sus respectivas religiones, pero ponerlos por encima de la Constitución, que defiende precisamente la libertad de cultos en el contexto del Estado colombiano laico, es una amenaza al orden institucional y una invitación a una teocracia al estilo del Estado Islámico.

 

Si esa es la propuesta, pues que la digan.

 

PD/ Me uno a la condena al uso malévolo del Twitter.

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