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Se nos fue don Libardo Súspez.

Por: Edgar Daniel Rodao.

 

‘Nunca estamos preparados para esperar lo inesperado ni para aceptar lo inaceptable’, eso nos pasó con la infortunada noticia del fallecimiento de don Libardo Súspez Bautista, un ser humano a quien recordamos por ser un caballero amable, una gran persona, pero especialmente como a un respetuoso admirador del arte musical.

 

Hoy los artistas en Barrancabermeja —particularmente los músicos— estamos de luto porque ha partido hacia la eternidad un hombre que fue bondadoso con todos nosotros.

 

Si algo hay que reconocer en Libardo Súspez fueron su nobleza como ser humano y su admiración, deferencia y consideración con el gremio de los músicos en Barrancabermeja.

 

En algunas oportunidades cuando dialogué con él, pude percibir su respeto por los artistas.

 

Propietario en Barrancabermeja de varios establecimientos comerciales dedicados al esparcimiento, diversión y entretenimiento, siempre tuvo como oferta para su clientela la presentación de orquestas y grupos musicales a los que no solo les pagaba por sus presentaciones sino a los que apoyaba, impulsaba, financiaba como pocos en la ciudad.

 

Libardo Súspez más que un comerciante dedicado a contratar músicos fue un amigo, un solidario, un incondicional e inseparable compañero de luchas que estoy seguro los músicos van a recordar toda la vida.

 

Ni aún en los momentos de mayor crisis económica faltó su apoyo a los artistas.

 

En épocas terribles de ingrata recordación, cuando en Barrancabermeja tabernas, discotecas y centros recreacionales cerraban sus puertas tras la inusitada ola de violencia que nos afectaba a todos, don Libardo Súspez nunca dejó de amparar a sus músicos a los que —incluso— atendía como ‘reyes’ con finas atenciones y a ‘todo confort’ siempre en el marco de un total y absoluto respeto.

 

Artistas barranqueños que hoy gozan de fama nacional y que han tenido la oportunidad de salir a nivel internacional, tuvieron su humilde comienzo apoyados por don Libardo que siempre extendía su mano al talento barranqueño.

 

En medio de más de 200 artistas que pasaron por sus negocios, vienen a mi mente los recuerdos de Luís Mateus y Rochy Álvarez, dos extraordinarios cantantes de nuestra tierra que comenzaron, muy jóvenes, a recibir sus primeros ingresos en Tierra Santandereana y el Centro Recreacional El Antillano, dos de sus negocios más emblemáticos en la década de los años 80 en el pueto petrolero.

 

Fueron tantas las vivencias y los buenos momentos a su lado que no puedo dejar pasar esta oportunidad para comentar una anécdota que lo dignifica y enaltece como amigo.

 

Alguna vez un músico cayó preso y las primeras noticias que se conocían sobre el caso daban cuenta que una mujer lo había denunciado por extorsión. Sin embargo, con el correr de los días, se oian comentarios que la señora padecía de trastornos mentales y que no era la primera vez que involucraba, en conductas criminales, a gente cercana a su entorno.

 

El problema más grande que había en ese momento era que el músico no tenía los recursos económicos para defenderse y pagar los servicios de un buen abogado que lo sacara de semejante lío.

 

Ante tamaña injusticia todos los músicos de Barrancabermeja decidieron expresar su solidaridad con el colega que estaba privado de la libertad, así las cosas, se decidió organizar una especia de ‘Bailatón de Solidaridad’ a favor del músico buscando recoger fondos para entregárselos a su familia.

 

Cuando don Libardo Súspez supo que estábamos en esa titánica tarea no dudo en ofrecernos toda la infraestructura de su negocio para que se organizara la ‘Bailatón’.

 

Fue un domingo espectacular, todos los artistas barranqueños se unieron (salseros, merengueros, vallenatos, mariachis y boleristas) y la presencia de público fue apoteósica.  Se cobró por la entrada y por el trago y toda la ganancia de la fiesta fue destinada a la familia del músico que determinó como invertir ese dinero.

 

El éxito de la presentación se debió —sin duda— a que don Libardo no cobró un solo peso por el servicio, sino que además pagó de su bolsillo los servicios de varios meseros que ese día trabajaron para el evento.  Ese era don Libardo Súspez: amigo, solidario, buena persona.

 

Sus hijos, Jhon, Emigdio, Libardo Jr., Sonia, Sandra, Juan Alberto y Róbinson  deben sentirse  orgullosos  de  haber  tenido  un  padre  con  las  cualidades  de  don  Libardo.   A ellos les digo: “El mejor homenaje que le hacemos a los seres queridos que parten hacia la eternidad es el de continuar con el legado de dignidad con el que nos formaron».

 

Con eso es suficiente.

 

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EDGAR DANIEL RODAO es un habitual columnista de BARRANCABERMEJA VIRTUAL.  Puede ser contactado en el correo electrónico: [email protected]

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