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¿Pánico por el enfrentamiento Santos Uribe?

juanmaloPor: Juan Manuel López C.

En su columna de El Tiempo aprovechó Daniel Samper Pizano el cuento de la pelea entre Santos y Uribe para hacer una buena disección de lo que en Colombia llamamos el escenario político.

Destacó la ausencia total de confrontación ideológica y su remplazo por intereses personales ajenos a los ciudadanos y sus problemas; con el ejemplo tanto de Santos como de Uribe recordó la facilidad como se cambia de lo que suponen ser partidos políticos en lo que llamó ‘traiciones ideológicas’; como causa de la desaparición de los partidos señaló al Frente Nacional y el posterior clientelismo; y destacó el endogámico carácter de ‘los mismos con las mismas’ que caracteriza nuestros gobiernos.

Curioso que tan acertado análisis (o simple recuento) lo inicie con una premisa tan errada como que el ‘enfrentamiento’  entre mandatario y exmandatario puede ser la recuperación de lo que llama ‘partición de aguas ideológicas’.

Si en algo ha sido consistente el Jefe del Estado es en continuar las políticas de su antecesor, en cuidar los famosos huevitos. Las diferencias son de estilo y, si acaso, como dice Santos cuando afirma que construye sobre la obra de Uribe, que él la continúa pero con su propia agenda. La supuesta ‘oposición’ de Uribe no es por lo que hace su sucesor sino porque no se somete a ser su títere y no le pide permiso para decidir como ejecuta esas  políticas.

Parte de lo paradójico es que se diga que es el huevito de la seguridad democrática en el que se manifiesta la diferencia. Como lo reivindica Santos, en el enfrentamiento con las guerrillas lejos de haberse disminuido el énfasis se han aumentado tanto las acciones como los resultados, y ahora, como siguiendo el ejemplo de Cerromatoso o de Pacific Rubiales que con anuncios quieren desvirtuar lo que la gente percibe, promueven con gran propaganda un aumento de 50.000 efectivos (casi tantos como bajo Uribe) bajo la ‘nueva estrategia’ de la ‘Espada de Honor’. Otra cosa es que los núcleos organizados bajo el paramilitarismo ya no teniendo esa función política mantiene su vigencia pero ya solo como delincuencia común; sin la cúpula que fue extraditada pero sin solución, control o seguimiento sobre los 38.000 reinsertados, con el genérico de Bacrim o como simples organizaciones delincuenciales, estos ‘trabajan’ en lo mismo que hacían antes pero ahora para sí mismos.

El huevito de la ‘confianza inversionista’ también más que calentarlo se empolló: ¿Qué más que la conversión del país a un sistema de economía colonial basado en la minería extractiva entregada en manos extranjeras? La mitad de Colombia ha sido concesionada, la legislación fue cambiada para que las petroleras tuvieran facultades que ni siquiera el gobierno nacional tiene (en el sistema de intervención en predios por razones de utilidad pública), y se van a completar dos años de interinidad en que no se regula ni rige ningún marco para la actividad minera tradicional.

Y en el de la ‘cohesión social’ nada más claro que la manera en que se ha prolongado la falta de atención a este frente; por inercia o por falta de programación siguen vigentes todas las condiciones de indiferencia hacia las soluciones que el tema llamado ‘social’ requiere. Las reformas a la educación tan urgentes que fue la primera prioridad del gobierno quedaron estancadas con la posición del estudiantado –y en el fondo de todo el sector- y pendientes de unas conversaciones o acuerdos de los cuales nada se sabe.  La reestructuración del sector salud sobre el cual existe consenso que está en crisis y se espera su ajuste desde que se vieron las limitaciones de la ley 100 sigue en la misma situación, con el alto gobierno debatiendo internamente que hacer. Sobre la reforma a la Justicia sobran los comentarios después de que tras año y medio para sacar un Acto Legislativo se decidió tumbarlo ‘a las malas’ por lo grave que era. Lo concreto en el frente del empleo es que la ley de primer empleo ningún efecto ha producido puesto que ni siquiera 20.000 puestos de trabajo por ella se han generado; y por cada reducción de 0.1% de desempleo se ha aumentado 10 veces más o sea 1% el subempleo (siendo presumiblemente el complemento de este el rebusque y en el rebusque buena parte las modalidades de delincuencia).

El error del artículo en comento muestra el éxito de la derecha al convencer al país que son alternativas distintas; que alguien tan ‘izquierdoso’  no vea esto puede tener la explicación de que entre esas dos opciones las simpatías del periodista por obvias razones están  con el actual mandatario.

Pero la crisis política por la cual pasamos y el pánico que nos debe dar es justamente por la falta de alternativas: porque las tendencias de izquierda o progresistas están tan perdidas en busca de una identidad que se dividen y subdividen peleando por cual es la legítima, en vez de asociarse para enfrentar el peligro que representa el rumbo que lleva el país; porque ese ‘enfrentamiento’ se convirtió en un sofisma de distracción que no nos permite una evaluación ni sobre la orientación del gobierno ni sobre los resultados de su gestión.     

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