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Alianza Petrolera, la esperanza vive

Sample ImagePor: Hernando Flórez Anaya

Hace más de un año, a petición del alcalde de la ciudad, Carlos Alberto Contreras López, 16 empresarios barranqueños compraron acciones del Alianza Petrolera, con tres motivos principales: 1) Devolverle la fe en su equipo a la ciudad; 2) Darle un manejo empresarial al Club Deportivo,  y 3) Tener un equipo regional con jugadores de la cantera a partir de escuelas deportivas.

Para esta tarea se encargó al señor Henry zapata Páez, como presidente del club y como representante de los empresarios inversionistas, que en primer término comprarían acciones y posteriormente conseguirían los recursos para sacar al equipo de su grave crisis económica, dándole un manejo gerencial que impactara en lo administrativo, en lo económico y en lo deportivo, todo esto con el fin de darle a la ciudad el equipo de fútbol  que se merece.

Para lograr estos cometidos, se gestionaron y consiguieron dos convenios para las escuelas deportivas, uno, con aportes por valor de $130 millones por parte del Inderba, y otro, con aportes por valor de $200 millones por parte de Indersantander, además del compromiso del Gobernador de Santander, Dr. Horacio Serpa Uribe, de la construcción de un nuevo estadio de fútbol.  Para la firma de dichos convenios era necesario pagar la seguridad social y pólizas, para lo cual el presidente designado, Henry zapata Páez, consiguió prestamos que fueron avalados en su momento por la gerente de la entidad con los respectivos pagarés. Hasta allí todo pintaba bien.

Conseguidos los recursos, se tenían que implementar los correctivos administrativos correspondientes, y fue entonces cuando, como se dice popularmente, se “armó la de Troya”, pues empezaron a salir exigencias de algunos jugadores y el director técnico, que en ningún momento habían sido pactadas con el presidente; se evidenció que la forma de recoger los dineros de la taquilla, así como las donaciones y otras entradas del equipo no eran registradas en ningún lado, a esto se le sumó el hecho que el representante legal de la entidad era desconocido en la toma de decisiones.  Todo este oscuro e informal manejo de las finanzas y la toma de decisiones del equipo, terminó por alejar a los empresarios y llevó a que sus representantes renunciaran a sus puestos en la junta directiva.

Hoy, transcurrido más de un año, la esperanza de devolverle a la ciudad su más insigne símbolo deportivo, se ve frustrada una vez más, los empresarios barranqueños que le apostaron a este proyecto como parte de la responsabilidad social por todo lo que la ciudad les ha dado, están decepcionados y apartados del tema, las cosas cada vez están peor en lo administrativo, en lo económico y en lo deportivo; el desorden reinante y el manejo informal que se le da al club deportivo Alianza Petrolera, lo tienen sumido en una profunda crisis. Y la única manera que esto cambie es que, quienes la han llevado hasta este punto den un paso al costado, se legalicen las acciones ya vendidas, se emitan nuevas acciones para capitalizar y se compense por parte del municipio, la falta de entradas por no tener un estadio acorde a nuestra ciudad.

No me cabe la menor duda que nuestro empresariado puede y quiere tener un gran equipo, y con ello contribuiría a ver convertido en realidad el sueño que muchos barranqueños como yo tenemos de “Alianza Petrolera somos todos”, lo cual no será posible si no existen las garantías de un manejo eficiente, eficaz y transparente de los recursos y de la administración del equipo, mientras esas cosas no se den, el futuro será cada vez más desesperanzador y el riesgo de quedarnos sin equipo cada vez más cierto.

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