El panorama que se despliega con la administración de Donald Trump, especialmente luego de la firma de su orden para retirar a Estados Unidos de organizaciones clave como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Acuerdo de París y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), es desolador y peligrosamente aislacionista.
Estas decisiones no solo afectan la posición de Estados Unidos en el escenario internacional, sino que también ponen en grave riesgo las libertades individuales, la salud pública global, la lucha contra el cambio climático y el futuro de las democracias, tanto en Estados Unidos como en el mundo.
Una de las decisiones más alarmantes fue la retirada de Estados Unidos de la OMS en un momento en que la cooperación internacional es vital para hacer frente a las amenazas sanitarias, la salida de la mayor economía mundial de este organismo esencial agrava la situación, particularmente en los países en desarrollo, que dependen en gran medida de la asistencia y coordinación global para hacer frente a crisis sanitarias.
La OMS no solo trabaja en la gestión de pandemias, sino que también desempeña un papel crucial en la promoción de la salud pública mundial.
Al retirar a Estados Unidos, Trump no solo socava estos esfuerzos, sino que refuerza la visión de un país que prioriza su interés nacional sobre el bienestar común global, poniendo en peligro a millones de personas alrededor del mundo.
El cambio climático
Del mismo modo, la retirada de los Acuerdos de París constituye un acto de irresponsabilidad global.
A pesar de la abrumadora evidencia científica sobre los efectos destructivos del cambio climático, Trump optó por renegar de los compromisos internacionales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Esto no solo da un mal ejemplo a otras naciones, sino que también resta fuerza al esfuerzo global por frenar el calentamiento global, acelerando el desastre ecológico.
La postura de Trump frente al cambio climático refleja su indiferencia hacia las generaciones futuras, priorizando el lucro de las industrias del carbón, el gas y el petróleo, a costa de la salud del planeta.
Internamente, el gobierno de Trump también adoptó políticas represivas contra los inmigrantes, especialmente aquellos más vulnerables.
Cacería a inmigrantes indocumentados
Al lanzar una «cacería» contra los inmigrantes, especialmente los indocumentados, el gobierno de Trump demonizó a aquellos que, en su mayoría, son los más desfavorecidos en la sociedad estadounidense.
En lugar de reconocer la contribución vital que los inmigrantes hacen a la economía y al tejido social de Estados Unidos, Trump optó por una retórica xenófoba y racista que alimentó la polarización social y el miedo.
Esta cacería de brujas contra las comunidades inmigrantes representa una amenaza directa a los derechos humanos y la dignidad de un sector fundamental de la población americana.
A nivel político, la firma de un indulto para las 1.500 personas que irrumpieron en el Capitolio de EE.UU. en enero de 2021 refleja un intento por deslegitimar las instituciones democráticas y favorecer a aquellos que buscan destruirlas.
La impunidad para los poderosos es aceptable
Al perdonar a quienes atentaron contra el proceso democrático y la seguridad de las instituciones, Trump envió un mensaje claro: la impunidad para los poderosos es aceptable.
Este acto contribuyó aún más a la erosión de la confianza en el sistema judicial y la democracia en Estados Unidos, que ya estaba siendo severamente puesta a prueba por las políticas divisivas de su gobierno.
Además, Trump ha demostrado un estilo de liderazgo agresivo hacia sus vecinos, haciendo demandas inapropiadas como exigir que Panamá devuelva el Canal de Panamá a Estados Unidos, que México cambie el nombre del Golfo de México y que Canadá sea absorbido como el estado número 51.
Estas amenazas no solo son un ataque directo a la soberanía de otros países, sino que también revelan una visión imperialista y despreciativa de las normas internacionales.
La obsesión con la adquisición forzada de Groenlandia, aunque inicialmente vista como una broma, subraya la actitud expansionista de un gobierno dispuesto a vulnerar los derechos de otras naciones para aumentar su poder económico y geopolítico.
En cuanto a la política energética, Trump también optó por priorizar los intereses de la industria petrolera estadounidense, declarando una emergencia energética que buscaría inundar el mercado mundial con petróleo proveniente de los Estados Unidos.
Esta decisión no solo pone en peligro la estabilidad ecológica mundial, sino que también perpetúa la dependencia global de los combustibles fósiles, exacerbando los efectos del cambio climático.
Solo dos géneros en Estados Unidos
Finalmente, una de las propuestas más preocupantes fue la orden ejecutiva de Trump que ordena el reconocimiento de solo dos géneros en los Estados Unidos, borrando de un plumazo los derechos y la existencia de las personas no binarias y transgénero.
Esta medida no solo es una regresión en términos de derechos humanos, sino que también es un ataque directo contra la diversidad y la inclusión, pilares fundamentales de una sociedad democrática.
La administración de Donald Trump ha dejado una huella oscura en el panorama global, con políticas que no solo han debilitado la posición de Estados Unidos en el mundo, sino que también han socavado las libertades individuales, el respeto por los derechos humanos y el bienestar del planeta.
A través de un enfoque aislacionista, autoritario y destructivo, Trump ha puesto en riesgo las bases mismas de la cooperación internacional, el respeto por las democracias y la protección de la vida en la Tierra. Las repercusiones de sus decisiones seguirán sintiéndose durante años, y la comunidad global tendrá que trabajar incansablemente para revertir el daño causado.
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