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Entre bandidos – Por: Cecilia Orozco Tascón

Inocente: comuníquese y cúmplase – Por: Cecilia Orozco Tascón

La bajeza a la que puede llegar la prensa de un país entregada al servicio de intereses oscuros quedó expuesta, en toda su magnitud, el pasado fin de semana en Colombia: tres medios, que reclamaban tener, cada cual para sí, informes “exclusivos” que, sin embargo, eran idénticos en contenido y amarillismo, le dieron portada a una fotografía asquerosa (producto de la captura ampliada de una imagen en movimiento), divulgaron papelitos escritos a mano que calificaron como “contabilidad” y publicaron videos sin filtro, en que Monsalve, el testigo clave contra Uribe Vélez, es el protagonista de escenas pornográficas, llamadas así más por grotescas que por sexuales.

Que esos tres medios arrastren su oficio por complacer a sus propietarios y, ante todo, al “dueño” del territorio nacional no extraña, ya, a nadie.

Lo que asombra es la ramplonería en que están incurriendo para darle cuerda a la estrategia de su defendido, quien parece creer —cosa estrambótica— que demostrará su inocencia si su fiscalito presenta pruebas de que un tercero es bandido.

Como si hiciera falta, pues en este caso, Monsalve, el blanco de sus ataques, fue condenado, hace 10 años, a 40 de prisión. No sería por santo.

La semana pasada, y esto, sí, en reserva absoluta para no despertar suspicacias sobre la persecución oficial a que se expone quien se oponga al señor Uribe, grupos especiales de Policía y del Inpec allanaron, en la cárcel de Cómbita, la celda de Pablo Hernán Sierra, alias Alberto Guerrero, otro exparamilitar que ha declarado, de manera consistente, contra el expresidente y su hermano Santiago sobre los mismos hechos en que se basa el testimonio de Juan Guillermo Monsalve: la presunta responsabilidad de los Uribe Vélez y de sus amigos y socios, los hermanos Villegas y los hermanos Gallón, en la conformación de una banda conocida como Bloque Metro que, a mediados de los años 90, mataba a sospechosos de robar ganado de las fincas o de ser simpatizantes de la guerrilla en zonas rurales de Antioquia, en donde las tres parejas de parientes poseían tierras y haciendas.

Alberto Guerrero lideraba uno de esos grupos criminales, conocido como Cacique Pipintá. Fue capturado en 2007 y desde entonces ha reiterado sus afirmaciones sobre lo que dice haber conocido en aquellas regiones.

El registro al reclusorio de Cómbita no se limitó a inspeccionar a Guerrero. Los uniformados recorrieron patios y corredores pero, curiosamente, se detuvieron largo rato en la celda de Sierra, y la examinaron centímetro a centímetro. Se llevaron todo lo que encontraron, legal o no, de sus pertenencias.

Si calculamos el tiempo que se tomó el fiscalito entre diseccionar los “numerosos hallazgos” confiscados en la celda de Monsalve durante el allanamiento que le hicieron a este, y la filtración de esos materiales al eje mediático que le rinde cuentas al ex mandatario, en el curso de un par de meses o antes, tendremos “informes exclusivos” de domingo con fotos, videos porno y contabilidades de Guerrero.

Pero si los agentes del régimen uribista no consiguieron recaudar nada significativo, el fiscalito no tendrá problema en ordenar que se “perfile” a Sierra, a sus hijos, su esposa, sus hermanos, padres etc., como lo hizo con Monsalve, al estilo nazi: persiguiendo delitos cometidos por raza, apellido y consanguinidad.

Precisamente, por el ilícito de parentesco, Deyanira Gómez, madre del hijo de Monsalve, es el nuevo blanco del fiscalito.

Y, por supuesto, del amplio combo defensor de Uribe al que se han unido los aparatos de Inteligencia del Estado totalitario en que la facción política del procesado ha convertido a Colombia.  De la noche a la mañana, esa médica, que por tener malos gustos en la selección de sus parejas fue “perfilada” y condenada por el eje mediático como delincuente, resultó ser una especie de Mata Hari de la guerrilla a la que el Ejército de la férrea época de la presidencia de Uribe nunca detectó, pese a tener supuestos documentos sobre sus movimientos y espionaje.

¡Solo ahora, 15 años después, vienen a “descubrir” los agentes de Inteligencia y Contrainteligencia su “expediente” de 2006 y 2007!

Tan de buenas el señor Uribe, justo cuando lo necesitaba. En cambio, cosas del destino insondable, los 14 o 15 criminales que aceptaron declarar a favor del procesado, no obstante que varios de ellos han sido también condenados por falso testimonio, se convirtieron en ángeles de cristalinos ropajes a los que el fiscalito les cree todo, sin indagar por sus pasados ni menos por sus presentes y por los privilegios que tendrán, por arte de carambola, en sus respectivas celdas

Tomado: El Espectador


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